El área de influencia de la ciudad estuvo ocupado por numerosas villae dedicadas a la explotación agrícola y ganadera pero el mayor recuso con el que contó Segobriga en época romana fue el lapis specularis, un yeso traslúcido, utilizado principalmente como cristal de ventana.
Plinio el Viejo, en su Naturalis Historia, señala que la zona de producción alcanzó un espacio de 100.000 pasos alrededor de Segobriga, lo que supone un círculo de casi 300 km de diámetro y una extensión de 70.000 km2. De la referencia de Plinio se deduce también que la ciudad fue el centro del control económico y de comercialización del lapis specularis, exportado por el puerto de Carthago Nova (Cartagena, Murcia) al resto de las provincias imperiales. Hoy sabemos que las ventanas de las viviendas de Pompeya y Herculano utilizaron el apreciado “cristal” segobrigense.
Este amplio territorio estuvo salpicado de establecimientos dedicados a la extracción de este mineral. En torno a ellos surgieron asentamientos donde vivieron los trabajadores de las minas y establecimientos artesanales dedicados a la fabricación, entre otros, de cestos de esparto para el traslado del mineral, de herramientas de hierro para su extracción y de ropa y vestido para los trabajadores. Al pie de las explotaciones mineras se situaron centros de procesamiento del mineral donde se clasificaba por tamaño y calidades y se procedía al corte con sierra de módulos estandarizados, de diferentes formatos y tamaños, aptos para su comercialización.
La intensa actividad edilicia de época augustea y décadas posteriores en Segobriga para dotar a la ciudad de un espacio público monumental debe relacionarse con los beneficios obtenidos mediante la explotación y comercio del lapis specularis.
Su ruta de distribución se llevó a cabo a través de una ruta terrestre que unía directamente Segobriga con el puerto de Carthago Nova (Cartagena, Murcia), desde donde se exportó por vía marítima al resto del Imperio. Hoy sabemos que las ventanas de las viviendas de Pompeya y Herculano emplearon el “cristal” segobrigense
La intensa actividad edilicia de época augustea y décadas posteriores en Segobriga para dotar a la ciudad de un espacio público monumental debe relacionarse con los beneficios obtenidos mediante la explotación y comercio del lapis specularis
El entorno del yacimiento arqueológico cuenta actualmente con importantes y abundantes vestigios arqueológicos de esta actividad minera. Las minas localizadas son siempre subterráneas y cuentan con numerosos indicios y registros que permiten interpretar el modo en que su laboreo se llevó a cabo. Algunas de ellas están abiertas a la visita.
- Osa de la Vega. El visitante dispone aquí del Centro de Estudios e Interpretación de la Minería Romana del Lapis Specularis, un recurso expositivo y didáctico para conocer el trabajo en torno a este material en época romana. Puede visitarse la mina La Condenada en un recorrido subterráneo en tres niveles accesibles entre sí mediante contrapozos y escaleras talladas, y junto a galerías y rampas.
- Saceda del Río en Huete. Las Cuevas de Sanabrio conserva en algunas de sus cavidades muchos tramos sin haberse realizado una extracción del espejuelo por lo que los cristales del lapis specularis, dispuestos de forma natural, permite conocer la disposición del mineral antes de realizar las labores de corte.
- Torrejoncillo del Rey. La Mora Encantada cuenta con un kilómetro de galerías a más de 40 metros de profundidad. Se conservan dos pozos de extracción y una entrada en pendiente a través de escalones tallados a pico. Se divide en tres salas: sala principal, galerías del este y una tercera zona más profunda, que se inunda con frecuencia. Sus paredes muestran las huellas del cincelado original de la extracción del lapis specularis.
¡Adéntrate en una aventura subterránea con la visita a las minas de lapis specularis!

Ctra. Carrascosa de Campo a Villamayor de Santiago, s/n, E-16430 Saelices (Cuenca).
Teléfono Centro de Interpretación: 629 75 22 57
Mail: segobriga@dipucuenca.es
Créditos:
Diseño y ejecución: Grupo Tragsa. Contenidos: Rosario Cebrián Fernández, directora científica del Parque arqueológico de Segóbriga con la colaboración del Grupo Tragsa.
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