Ciudad romana de Segobriga
El yacimiento arqueológico es uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de la Meseta. La monumentalidad de sus restos excavados, donde están presentes todos los edificios públicos, referentes esenciales de la arquitectura romana, ha convertido a Segobriga en un yacimiento singular para entender las características urbanas de este período al no contar con ninguna ciudad actual superpuesta. A ello se suma el paisaje circundante, que se ha mantenido prácticamente intacto desde época romana, ayudando a contextualizar y entender la ciudad, su espacio extramuros y el territorio.
Historia
En el punto más meridional de la Celtiberia se sitúa Segobriga en un cerro, de nombre Cabeza de Griego, de 858 m de altura y defendido por el río Gigüela. A partir de un castrum de la Edad del Hierro surgió una ciudad romana en territorio celtibérico, cuya actividad económica principal estuvo ligada a las explotaciones del lapis specularis, un yeso traslúcido utilizado como cristal de ventana. Su privilegiado emplazamiento en el cruce de las vías terrestres que unían el valle del Ebro con la Bética y la Lusitania y el centro peninsular con los puertos valencianos y, sobre todo, con Carthago Nova la convirtieron en un importante centro del comercio con el Mediterráneo, a donde llegaron materiales y productos de distintas procedencias.
Su nombre, Segobriga, recordaba su fundación mítica por un personaje llamado Sego, cuya memoria se había mantenido por tradición oral desde la fecha desconocida en la que se constituyó. Será Plinio quien incluirá a Segobriga en sus listas de ciudades estipendiarias del conventus Carthaginensis, como caput Celtiberiae, junto con otras ciudades del sur de la Meseta y sureste peninsular.
Hacia el 50 a.C. los segobrigenses enviaron una embajada a Roma con el fin de rendir homenaje y nombrar patrono a L. Livius L.f. Ocella, el abuelo del futuro emperador Galba, y acuñó moneda con leyenda Segobris. Cuando la ciudad se convirtió en municipium romano ya contaba con una estructura urbana delimitada por una muralla, de trazado ortogonal y con una extensión de 10,5 ha. Varios barrios de viviendas, un templo y las termas del teatro formaron parte del tejido urbano inicial de Segobriga.
En época del emperador Augusto obtuvo su promoción jurídica y comenzó un programa de construcciones monumentales, cuyo máximo exponente fue el forum o plaza pública. A finales del siglo I d.C. Segobriga había adquirido la imagen de una ciudad romana. Contaba con teatro, anfiteatro, unas nuevas termas, un edificio exclusivo para las transacciones comerciales y una gran plaza pública porticada en torno al viejo templo y había llevado a cabo importantes obras públicas, como la conducción de agua potable a través de un acueducto, la pavimentación de las calles y la instalación de fuentes, entre otras, que mejoraron la vida urbana. Con la construcción ex novo de un circo en la mitad del siglo II d.C. terminaba el programa de monumentalización reconocido en la ciudad por las excavaciones arqueológicas.
La pérdida de poder del senado local -ordo decurionum– y el progresivo afianzamiento del cristianismo y su iglesia iniciaron el proceso de transformación hacia la ciudad tardoantigua a partir de los siglos IV y V d.C. En época visigoda era todavía una ciudad importante como atestigua su carácter de sede episcopal con obispos que acudieron a los concilios de Toledo. A lo largo de época islámica fue perdiendo paulatinamente importancia hasta convertirse en un centro rural dependiente de Uclés.
En 1228 la antigua Segobriga, denominada ahora Cabeza de Griego, estaba aún habitada pues de esa fecha se conserva un documento que recoge la donación de parte del cerro a la Orden de Santiago. Al final de la Edad Media se abandonó definitivamente, produciéndose el traslado de su población al nuevo núcleo de Sanfelices, Saelices actual.

Ctra. Carrascosa de Campo a Villamayor de Santiago, s/n, E-16430 Saelices (Cuenca).
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Créditos:
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